En Roll the Bones, Rush continuaba la senda iniciada con su anterior álbum Presto, temas cortos y directos y sin la complejidad de discos progresivos como los fantásticos 2112 (76), Hemispheres (78), Farewell to Kings (77), ni la mezcla entre el hard rock y el rock progresivo de sus primeros discos, Rush (74), Fly By Night (75), Caress of steel (75), ni los alardes técnicos de Moving Pictures (81), Signal (82), Grace Under Pressure (84) o Power Windows (85).
En Roll the bones hay melodía y sencillez, un rock más crudo, dándole de nuevo protagonismo a las guitarras de Alex Lifeson que la había perdido en favor de los sintetizadores de los álbumes de la década de los ochenta.
Una buena muestra de ello es la estupenda Bravado, con una instrumentación sencilla, pero muy efectiva, y una letras alucinantes de Neil Peart.
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